Para las personas que habitan a diario esta casa cultural, uno de los derechos fundamentales es el de la libre expresión. La cultura se nutre de la libre expresión y esta última, es esencial para la lucha por el respeto y la promoción de todos los derechos humanos.
Las Políticas Culturales son un conjunto de orientaciones y decisiones que el Estado -con la participación de organizaciones de la sociedad civil y grupos comunitarios- diseña y ejecuta con la finalidad de facilitar la consecución de objetivos considerados necesarios o deseables en el ámbito de la cultura en general o respecto de un sector cultural o disciplina específica.
Una Política Cultural debe materializarse tras un amplio acuerdo entre los beneficiarios directos, la institucionalidad y los expertos involucrados. Todos ellos participan activamente durante su proceso de diseño y formulación. A su vez, una Política Cultural considera el desarrollo de ciertos objetivos (cambiar un estado de
las cosas percibido como problemático o insatisfactorio) junto con determinados instrumentos o medios para su consecución.
Si bien esta casa se toma con la iniciativa de generar alternativas culturales frente a las políticas públicas, según Joaquín Rodríguez, quien forma parte del grupo comunitario que mantiene y organiza las diversas actividades, jamás el Estado les propuso promover el desarrollo de sus actividades o les ofreció algún tipo de
ayuda económica: “Hoy en día si esto pasara sería cuestión de debatirlo en una asamblea y tomar la decisión de aceptarlo o no”.